De porte y donaire colonial, esta edificación construida en 1836 fue residencia de familias de renombre y de opulentos hombres de negocios. Desde que abrió sus puertas en 1885 el hotel adaptó su confort a los gustos del mercado americano y europeo, llegando a ser uno de los más reconocidos de la capital. Con el esplendor de entonces, el hotel renace en la antigua Habana, cautivando al turista con todo su encanto y belleza arquitectónica. Dispone de 25 habitaciones, 4 de ellas suites junior, distribuidas en 2 plantas. En el hall de entrada hay una recepción abierta las 24 horas, caja fuerte, servicio de cambio de divisa, guardarropa y un ascensor. Además, tiene a su disposición 2 cafeterías, varias tiendas, un bar, un restaurante con tronas, conexión a Internet (con cargo extra), servicio de habitaciones, de lavandería, un aparcamiento y un club infantil.